He tardado algún tiempo en escribir esta entrada ya que necesitaba poner en orden todas mis sensaciones relacionadas con mi visita al SIMO 2017, porque esa visita ha sido eso, un cúmulo de sensaciones.
Cuando me llamaron a finales del curso pasado para que hiciera un taller sobre TIC en infantil me sentí súper feliz y súper emocionado; por fin podría visitar el SIMO, tantos años queriendo y no pudiendo ir y por fin llegó mi gran oportunidad.
Al cabo de un par de semanas, cuando puse los pies en el suelo, empecé a sentir una gran responsabilidad ya que ir al SIMO no es “moco de pavo” y tenía que hacerlo muy bien, así que me pasé todo el verano recogiendo ideas sobre el tema, buscando aquí y allá, preguntando a compañeros y compañeras, poniendo en orden todo lo que he ido haciendo sobre TIC en mi aula y componiendo un gran puzle al que no le veía fin.
Pero el verano se acabó y el mes de septiembre, entre el comienzo de curso y preparar las cosas de la clase, se pasó en un suspiro y empezaron a aparecer los nervios. ¿Lo haré bien? ¿Llevaré suficientes cosas? ¿Será bueno el material que he buscado? Preguntas y más preguntas que se agolpaban en mi cabeza y que no me dejaban ni de noche ni de día pero… yo, que no tengo abuela y soy un tipo la mar de positivo, solo pensaba “lo harás genial”, “lo harás genial”,…. Pero no creáis que fue todo fácil ya intentar preparar un taller sobre TIC, y nada más y nada menos que enfocado a la educación infantil, no fue nada sencillo.
Muchos maestros y maestras tendemos a tener bastante incredulidad en el tema ya que no creemos capaces a los niños y niñas (o a nosotros mismos en la mayoría de ocasiones) de hacer cosas relacionadas con las nuevas tecnología. Las aulas de nuestros colegios están llenas de pizarras digitales que en la mayoría de las veces no sabemos ni usar, las utilizamos más como televisiones que como una herramienta útil en la educación de nuestro alumnado y ese es el mito que pretendía romper con este taller. Hacer ver que con poco se pueden hacer cosas maravillosas.
Pues con esas me encajé en Madrid. El tren, el metro, las luces, la gente, la gran capital y por supuesto el SIMO. Qué emoción poder vivir esa gran feria, esa gran exposición, poder encontrarme con viejos y queridos amigos, poder ver lo último en educación y tecnología.
A las 12 en punto como me dijeron los organizadores allí estaba el tío, en la puerta de la sala verde, menos mal que era verde, que es mi color favorito y que me trasmite serenidad porque falta me hacía. ¡Qué nervios!, ¿iría gente al taller?, ¿estaría a la altura?, ¿cumpliría expectativas del público? Pero qué equivocado estaba. La sala verde hasta los topes, gente por el suelo sentada, escuchando atentamente las palabras de un “chavalillo” gaditano con mucha vocación en lo que hago.
Realidades Aumentadas, Chroma Key, Stop Motion, Storyjumper, fueron algunas de las cosa que sorprendieron a jóvenes y mayores, que incluso me sorprendieron a mí que era el que daba la charla. La sensación muy buena, la gente se me acercaba al terminar y me daba la enhorabuena, los asistentes salían contentos después de dos horas dale que te pego con las TIC en infantil. Cuando la sala verde se quedó vacía me sentí feliz, satisfecho, tuve una sensación agradable y al final llegué a la conclusión de que mi vista al SIMO ha sido un cúmulo de sensaciones y sin lugar a dudas ha sido un SIMO “sensacional”.