A pesar de que en muchos casos sigamos conjugando exclusivamente el verbo examinar como referente o justificante de las calificaciones de nuestro alumnado, los docentes sabemos, y cada vez lo demostramos más, que los instrumentos de evaluación, incluso cuando se trata de evaluación sumativa, no se limitan a exámenes, pruebas o controles. Así, los llamados instrumentos para la evaluación alternativa, como pueden ser los portafolios, las rúbricas, los diarios de aprendizaje, la observación sistemática o las tutorías individualizadas, van ocupando su espacio como formas más justas, eficaces y, sobre todo, coherentes con esos otros modelos alternativos de abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje que conocemos genéricamente como pedagogías activas o pedagogías emergentes.
De entre todos estos instrumentos, creemos que son las rúbricas las que están destacando como los más adecuados para ganar en transparencia y recabar información sobre las distintas formas y grados en los que los estudiantes son capaces de resolver problemas complejos en determinados contextos y situaciones; es decir, para comprobar hasta qué punto, los estudiantes han adquirido ciertas competencias.
Las rúbricas, ya sean de tipo global, conocidas como holísticas, o centradas en valorar los aspectos concretos del proceso (analíticas), ofrecen al docente no solo la posibilidad de seleccionar aquellos aspectos que considere más relevantes (criterios) sino también la de mostrar los distintos niveles de logro que se puede alcanzar para cada uno de esos criterios. Pero, a veces, las rúbricas tradicionales, basadas en tablas de doble entrada, con filas y columnas donde se describen todos los grados en que el estudiante puede o no cumplir las expectativas, pueden resultar excesivamente exhaustivas, arduas de elaborar y tal vez no demasiado comprensibles para el alumnado. Es verdad que disponemos de multitud de herramientas, plantillas e incluso bancos de rúbricas editables que nos pueden facilitar ese trabajo, pero aun así a veces echamos de menos alguna herramienta más informativa que una mera lista de chequeo pero menos compleja que una rúbrica estándar.
La respuesta para esa necesidad, la herramienta que nos puede ayudar a fijar los objetivos de una tarea concreta y a ofrecer feedback personalizado de forma fácil y rápida, puede ser la rúbrica de entrada única: un modelo de rúbrica que presenta, en una columna central los criterios o estándares a evaluar, dejando a cada lado de esta columna central otra columna en blanco donde el docente anotaría comentarios, tanto para indicar aquellos aspectos que exceden las expectativas (feedback positivo) como aquellos otros en los que es necesario realizar alguna mejora (feedback constructivo).
La matriz de una rúbrica de entrada única podría tener este aspecto:
Mientras que una rúbrica ya rellena tras la realización de la tarea, con comentarios en uno y otro sentido podría ser similar a esta:
Para el profesorado, su elaboración es relativamente sencilla; para los estudiantes son fáciles de usar y entender y nos permiten ofrecer feedback personalizado y de calidad en lugar de tener que elegir entre una serie de descriptores genéricos.
No pretendemos que este modelo sustituya a las rúbricas tradicionales y sabemos que no está pensado para trasladar los descriptores a ‘notas’, ponderar el peso de cada uno en la calificación final, etc., pero también sabemos que, cuando evaluamos, muchas veces necesitamos tomar decisiones que no siempre desembocan en ‘poner notas’. Sin embargo, estas decisiones pueden ser tan importantes o más que el consabido examen para el aprendizaje del alumnado y para su futuro escolar y personal. Te animamos a que te adentres un poco más en el territorio de la evaluación alternativa y, sobre todo, a que des una oportunidad a las rúbricas de entrada única para ofrecer información y buenos consejos a tus estudiantes. Y, por supuesto, a que nos cuentes tu experiencia y tu punto de vista en los comentarios a esta entrada.
Idea original: «Holistic, analitic and single point rubrics» por Jennifer González, en el blog Cult of Pedagogy
Imagen de cabecera por Austris Augusts en Unsplash