Hay expertos sociables y antisociales. Richard Sennett establece esta distinción en su obra El artesano (Anagrama) y nos explica que el experto sociable trata a los demás considerando su complejidad global, desde la posición del mentor y con deseo de transparencia. Además, Sennett establece que una institución bien diseñada favorecerá al experto sociable mientras que el experto aislado representa una señal de aviso que indica que la organización tiene problemas.
Al mismo tiempo Sennett reflexiona sobre las diferencias entre pared celular y membrana celular, o entre límite ecológico y frontera ecológica: en ambos casos se refiere a estructuras que permiten mantener intacta la cohesión interna de un organismo pero en el segundo caso (membranas y fronteras) se permite el intercambio y la mezcla, el paso de elementos desde el exterior hacia el interior y viceversa a través de los poros de la membrana y los intersticios de la frontera.
Pues bien, tomando como referencia estas dos reflexiones de Richard Sennett, la universidad se caracteriza generalmente por tener una tupida pared celular que no permite el intercambio fluido con el exterior y por favorecer la existencia del experto antisocial. Las dinámicas docentes han encapsulado a docentes y alumnado dentro de facultades, departamentos y grados con muy poca permeabilidad hacia la docencia impartida en otras facultades, por otros departamentos y dentro de otros grados; por otro lado, una visión antisocial del afán investigador lleva al profesorado universitario a relacionarse fundamentalmente con quienes comparten el mismo afán -en niveles crecientes de especialización y aislamiento dentro de un campo del conocimiento-, con quien publica en las mismas revistas y con quien asiste a los mismos congresos.
Sin embargo, las Tecnologías de la Información y la Comunicación podrían tener fuerza disruptiva en relación con esta organización aislacionista de la universidad. Una vez que las TIC hacen su aparición en cualquier ámbito de la vida, éste se ve alterado por la mayor capacidad de comunicación y de obtención de información que las TIC suponen y en este sentido hay parcelas importantes en el desempeño profesional del profesorado universitario donde las TIC aún tienen mucho que decir: son tres movimientos posibles de apertura del profesorado universitario a través de las TIC que suponen el paso del experto antisocial al experto sociable.
Abrir la investigación
Cada docente universitario tiene una responsabilidad hacia su propia investigación. Esta responsabilidad se concreta no sólo en la realización de una investigación que cumpla con todos los criterios de calidad propios de la investigación sino también con la búsqueda de los mejores canales de difusión de los resultados obtenidos. Hasta la fecha los canales prioritarios eran las revistas especializadas, especialmente aquellas que ofrecen un factor de impacto más alto.
Sin embargo, el impacto de las TIC en la actividad investigadora nos debe hacer pensar acerca de la necesidad de compartir en abierto y en tiempo real las bases, los mecanismos y los resultados de nuestra investigación más allá de la difusión ofrecida por las revistas, diferida y cerrada exclusivamente para quienes no tengan acceso a una suscripción. En este sentido, herramientas como los blogs especializados o los repositorios documentales abiertos (en la UGR, DIGIBUG) son canales fundamentales que permiten mayor celeridad en la difusión así como mayores posibilidades de acceso y réplica en la investigación.
Abrir el aula
El aula universitaria se constituye en torno al profesorado como propietario del conocimiento y la actividad docente se define como un proceso transmisivo en el cual la actividad fundamental la realiza exclusivamente el profesorado responsable de la materia y el alumando se mantiene, en la mejor de las circunstancias, como auditorio que realiza una escucha activa del docente.
El paso de este modelo transmisivo a un modelo conectivista abre posibilidades aún por explorar en la universidad española. Si algún potencia real tienen verdaderamente los MOOCs para la universidad, en realidad éste no se encuentra en la C de curso, sino en la M de masivo, la O de open y la O de on-line. El uso combinado de estas tres posibilidades sí dibujaría una actividad que tuviera al alumnado como referente de procesos de aprendizaje en línea a través de la indagación, el descubrimiento y la participación en el debate abierto en la red. La relativización de la C de curso implica, por otro lado, cuestionarnos el modelo didáctico que hoy muchas «plataformas de MOOC» están ofreciendo, transmisivo y pasivo, frente a otras experiencias de aprendizaje más sociales, abiertas y activas.
Abrir la identidad profesional
Finalmente, como ya hemos articulado en algunas ocasiones en EducaconTIC en relación con el docente usuario de las TIC, el universitario (docente o estudiante) no puede estar ausente del debate social y científico que se mantiene hoy en la Red. En este sentido, enriquecer su identidad con una identidad digital asentada en su valor como investigador o docente resulta fundamental no sólo para si mismo sino también para una sociedad necesitada de voces que ofrezcan datos fiables y reflexiones serias. Así pues, el investigador y el docente universitario tienen que recuperar su imagen social a partir de la reconstrucción de su propia identidad digital como experto sociable.
Epílogo
El universitario conectado, el experto sociable, no es un desiderátum. Tenemos buenos ejemplos en la universidad española como demuestran, en el ámbito de la educación, expertos sociables como Jordi Adell o Linda Castañeda, entre otros. Como representante de este grupo de expertos sociables, que reconstruyen la universidad desde dentro para hacerla más social y enredada, presentamos en la siguiente entrevista a Esteban Romero (@polisea), quien nos habla de su propia experiencia como docente y de la organización del GrinUGR como modelo de disrupción institucional:
Así pues, en Conecta13 creemos que la apertura radical de los procesos de investigación y de enseñanza así como de la propia identidad digital de los miembros de la comunidad universitaria garantizaría una universidad más presente en la sociedad y más comprometida con su entorno: ¡Otra universidad es posible (y probablemente necesaria)!
Imagen: Squirmelia